
“Mamá, no te preocupes, aunque yo me quede ciego, igual voy a ser feliz”… le dijo hace días atrás Agustín, un niño de seis años, a su madre. Él nació con una grave deficiencia de visión, solo ve sombras, pero el diagnóstico es que en un tiempo más se quedara ciego. Actualmente asiste a un colegio para niñas y niños invidentes a fin de aprender braille y poderse manejar por la vida. Pero Agustín ve más allá de lo que sus ojos le permiten. Vio a su madre triste porque el...