Encontrarse en la guerra, es sorpresa.
En cada instante, viene lo imprevisto.
Puede uno morir, visto y no visto,
y la vida es un don que nada pesa.
En la amistad, no hay ninguna presa.
Ser heroico ¡ordinario y entrevisto!
Y uno ayuda a quién sea: es un Cristo
que si ha de morir, antes nos besa.
En la guerra se está en continua acción.
Nuestro sosiego es algo ya sin nombre.
Sólo se esperan golpes de cañón.
Si se sueña, se sueña con la Paz.
Se desea de nuevo ser un hombre.
Nunca más una fiera montaraz.
Se ansía volver con los amigos.
Y aún abrazar los mismos enemigos.
¡Y ver al Sol, los campos con sus trigos!
Sonetos bajo la Cruz del Sur, IV. Semana Santa-Pascua, Alfredo Rubio de Castarlenas, soneto CLXIII, Ed. Edimurtra