Soy una incansable caminante, exploradora, viajera, solitaria, pero sobre todo nómade desde muy joven en una eterna búsqueda en este camino que nunca se termina de aprender.
Amo la soledad y el silencio en todas partes y la Murtra es un lugar que para mí es un refugio. Un espacio que me amansa, me regala la quietud, la calma y la paz después de venir de una selva de cemento.
Para mí lo más hermoso de este planeta es la naturaleza, medicina que se necesita para dialogar consigo misma y con Dios.
Cada ínfimo espacio de ella es un altar sagrado, una misa donde está muy visible la presencia de Dios.
Es un ambiente que ofrece todo para detenerse y dejar la prisa que no sirve de nada.
La Murtra es un lugar para escuchar mi propio ruido mental y el torbellino del mundo, para oír el silencio con todo lo que sucede fuera y dentro de mí.
Debo expresar que como ser humano también he experimentado la noche oscura del alma, obstáculos, angustias, dificultades, sin embargo también reconozco que he experimentado profunda, humilde y sinceramente la luz que somos, mi propia luz interior.
No hay luz sin antes haber palpado la oscuridad. No existe una sin la otra.
Esa transformación ocurre tantas veces a porrazos para pasar de la sombra a la esperanza, pasar por el dolor, el cansancio, la desesperanza y estados del alma tan íntimos que nos dan la oportunidad para reencontrarse y desarrollar la aceptación y la paciencia, porque pasa todo pasa.
Hace unos trece años que descubrí aquí en Chiu-Chiu, la Murtra Santa María del Silencio.
Vengo aquí para convivir y comulgar con el silencio, que caracteriza este lugar. Razón del porque mis tantas idas y regresos, es una invitación a un retiro personal.
Cada vez me maravillo, cada vez es única, es como si viniera por primera vez y aunque parezca una experiencia repetida no lo es. Es el mejor privilegio y un regalo que puedo ofrecerme.
En las noches, puedo apreciar y distinguir el dulce susurro del canto del agua, la memoria de una historia que me cuenta la noche mientras contemplo los diamantes del cielo infinitamente estrellado.
Que gratitud existir y asistir simplemente en este preciso momento.
Y en esta era en que se vive más corriendo y más por tener cosas que por vivir con mejor calidad.
Conectarse con el verdadero Ser que uno es, ser integro, volver a lo que hace surgir la armonía.
Estar en este ambiente me permite la claridad de los pensamientos y de las cosas que debo hacer. Además donde podemos pulir y endulzar nuestras durezas y convertir el corazón en la esencia del verdadero amor en esta relación íntima con Dios.
Ante los desafíos y problemas que como humana todos los tenemos sé que Dios bondadoso y misericordioso, me consuela, me inspira, me contiene y me da. Dios siempre nos sorprende para seguir el sendero personal y encontrar la fe y la confianza.
En este escenario de vasta belleza, recibo también el cariño puro y sencillo que solo la naturaleza lo regala sin ningún interés, de mi parte lo retribuyo con inmenso amor y cuidado.
Hoy cumplí 70 años y mi anhelo más preciado es encontrar un espacio como este para vivir aquí.
Entonces quiero atreverme a pedirles a ustedes, lectores, su apoyo en oraciones para que esto se haga posible.
Bendita y protegida sea siempre la Murtra Santa María del Silencio.
Gratitud a la Murtra, a todo lo que he encontrado y vivido aquí, a Chiu-Chiu que me ha acogido en este mi amado y bendito desierto.
Beatriz Morice, 29 abril 2025