El silencio no es callar, es abrirse a la realidad, es la afirmación que hace Teresa Guardans, filóloga y lingüista, de Barcelona que acaba de publicar “Las claves del silencio. El arte de vivir”. En la entrevista que le hacen a raíz de la publicación de su libro, ella explica que cuando hizo su tesis doctoral sobre el silencio, hace años, la gente no entendía el por qué de una tesis doctoral sobre este tema. Señala que esto ahora, ya no es tan difícil de entender, pues ya se ve que el silencio aporta y es una verdadera necesidad del ser humano.
Uno de los sectores donde más ha trabajado Guardans, es en el ámbito educativo, especialmente con profesores de básica y media. Y señala que con los niños y también con los adultos, trabajar el silencio tiene que ver en cómo atendemos, exploramos y nos fijamos en la realidad y, en el caso de los más pequeños, en cómo el cuerpo acompaña esta escucha, la manera de abrirse a todo, a la realidad… Guardans dice que cuando trabaja con profesores lo que explica es que esta dimensión silenciosa se tiene que incorporar en todos los ámbitos del conocimiento. Está bien hacer un tiempo de silencio al principio que sirva para relajar y reconducir la atención, pero lo interesante es que todas las áreas del conocimiento o de cualquier otra actividad, no se basen exclusivamente en la transmisión del conocimiento conceptual, sino que incorporen las capacidades de contemplación, escucha, interrogación y admiración.
Llama la atención que lo que afirma Teresa Guardans sobre que el silencio es abrirse a la realidad, es lo mismo que señalan otros autores, como Javier Melloni cuando se refiere al silencio como apertura, y Tolentino Mendonça cuando escribe que “el silencio es un lugar de lucha, de búsqueda y espera. Poco a poco nos sumamos a la posibilidad de dar espacio, de abrir nuestra vida al otro, dejándonos habitar por la revelación de la alteridad.” También Pablo d’Ors dice que la meditación en silencio es tirarse de cabeza a la realidad y darse un baño de ser. Y Alfredo Rubio de Castarlenas, médico, sacerdote y poeta, vinculó siempre con su vida y su obra, el silencio en soledad con el hecho de contemplar y abrazar la realidad. Los espacios de estar a solas y en silencio no son para huir de la realidad sino para mirarla con mayor perspectiva y hondura. Con una mirada más amplia que no nos encierre en lo que es la realidad en sí, sino que, desde ella, desde su aceptación, podamos abrirnos a las nuevas posibilidades que brotan desde su mismo núcleo.
Lourdes Flavià Forcada
3 comentarios
linda reflexión, que necesario se hace el silencio en estos días…
El silencio lo incorporé a mi vida a través de los retiros ignacianos. Fue un ejercicio mayúsculo que favoreció que empezara un proceso de toma de conciencia de mi propia existencia. El lugar, la Casa de Ejercicios Loyola de Padre Hurtado con sus amplios jardines y arboledas me sirvió de amortiguador al tropezarme con mi historia personal de abandonos tempranos, dolores encapsulados y mucho más.
No me costó guardar silencio. Era él un bien mayor para empezar a mirar y mirarme desde el silencio como espacio de apertura a una realidad nueva.
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