«Hemos podido ‘conversar en silencio’ con el Señor, alabarlo, agradecerle y ofrecerle nuestras vidas como instrumentos suyos. La Murtra es un espacio ‘de cielo’, en donde se ‘siente’ la presencia de Dios, como lo hacían nuestros primeros padres en el Paraíso. Llamar a este espacio de ‘soledad y silencio’ es como un contrasentido porque en él no se encuentra la soledad sino la compañía siempre presente del Señor, y de silencio no se tiene ya que se escucha con claridad su voz. Gracias por tanto bien».