El que mora en el silencio se vive a sí mismo,
sin reservas y serenamente.
Pues todo lo serena el silencio.
Serena la noche y el día,
serena la aurora y el atardecer,
serena las horas oscuras,
las horas de luz y de bochorno.
El silencio nos trae la paz
y deja emerger la inocencia y la plenitud.
Apenas he de decir que
jamás la vida se siente tan rimada,
tan pura, tan sosegada, tan clara
como las horas calladas,
como en la morada del silencio.
José F. Moratiel