“La Murtra fue constante regalo. Cuando se dice que el silencio es sinónimo de ausencia… estando se descubre todo lo contrario. Fue un regalo encontrar tanta presencia y poder percibirla con todos los sentidos. Dios se nos dio por entero y recibí esa invitación de forma clara con la intercesión de Santa María del Silencio. Esa luna que se asomaba por el ventanal del oratorio, ese sol que nos acompañaba al desayuno, esas ovejas que deambulaban y pastaban libres, esos algarrobos camino al cementerio, esas cumbres que dan forma al horizonte, ese viento que nos habló cada día… todo aquello fue un regalo, todo aquello es vida. Dios se hace presente en todo y esa presencia nos invita a dar y recibir cada vez más, porque este bello e inmenso regalo que nos entregó la Murtra no es más que pan para ser partido y compartido. Gracias Santa María del Silencio por tanto bien recibido.” (P.K. sept. 2019)