Antes de cualquier pensamiento, acción, movimiento, está el silencio. El silencio siempre está y está en el origen. Por eso, volver al silencio, es una forma de ordenar y de colocar la vida en sintonía, es volver al origen y desde ahí, reconocer lo que sobra, lo que falta, y especialmente reconocer lo que es cada cosa. Pero el silencio también es vacío, despoje. Hacer silencio es soltar, abandonar y abandonarse, solamente ser y aprender a ser y nada más.
En el silencio aprendemos la vida, aprendemos a vivir, nos ubicamos en lo esencial.
Para mí, vivir el silencio es también no llenarme de cosas, de encargos, de compromisos, priorizar, hacer el esfuerzo de saber ser solamente lo que soy y quererlo.
Elisabet Juanola