«Tenéis encerrado en este oasis casi todo el silencio necesario para que el hombre, como la naturaleza, pueda crecer hacia el cielo. El laberinto sin muros que se extiende hacia los horizontes, como la belleza, reproduce a una escala mayor y menos kafkiana, el laberinto interior de espejos rotos en los que el hombre suele habitar con miedo a morirse para no encontrarse con el minotauro que, dicen, no deja escapar a ninguno con vida. Tenéis aquí un pedacito de cielo donde el ser humano naufraga en este silencio, ignorando a dónde llegarán los restos del naufrágio, e inicia su viaje hacia la libertad. Gracias por todo.»