Soneto en especial en octubre, con estrambote de cuidar a Dios Padre
Cada tarde en la gran tela del Cielo
Dios Padre junta un distinto ocaso,
pues siempre tiene el caballete al raso
junto a pinceles de muy limpio pelo.
Es un artista abstracto y con anhelo
de inventor cada día paso a paso
un nuevo lienzo así, como al acaso
que deja absortos ante su desvelo.
Pero ya veis, ¡cuán pocos los observan
casi todos mirando, con afán,
los relojes que tanto nos enervan!
Tan solo entre los altos edificios
se ven del cielo andrajos de haragán
¡Arrancaron tu cuadro de sus quicios!
Las luces de las calles, los motores
no dejan que alcancemos tus colores.
Jesús Alfredo, domingo 10-X-93