No ser frívolo es dar toda la importancia que tiene el ser, el existir. Pero para darle importancia, primero hemos de descubrir el ser; y esto no se puede hacer en el barullo que nos envuelve cada día; hay que entrar y cerrar la puerta, quedarse a solas y, además, en silencio… Y más aún, cerrar los ojos y tumbarse en el suelo,..y olvidarse uno de sí mismo… Entonces es cuando uno percibe, sencillamente, que existe… se percibe el ser…, ni siquiera palabras para expresar esto que siento.
Es como una exclamación que sale de dentro porque estamos repletos de esta vivencia interior; uno tiene vivencia, no raciocinio; uno percibe, no piensa. Después eso, ya lo expresaremos en pensamiento, pero primero hay que percibir: “Soy, y no era”. Y algo es mi origen, algo me sostiene… Y ahí es donde se descubre el amor. No era y soy, tengo ese inmenso tesoro, ese eco divino de ser… y hay ese diálogo, se descubre el yo. No sólo he descubierto el ser, sino la persona.
Alfredo Rubio de Castarlenas