Dice Schopenhauer: «Cada día es como una pequeña vida, cada despertarse y levantarse un pequeño nacimiento, cada fresca mañana una pequeña juventud y cada irse a la cama y dormir, una pequeña muerte».
El seminario se desarrolló en la Murtra Sta. María del Silencio del 31 de octubre al 3 de noviembre. Nuestro expositor, Jordi Cussó, sacerdote y economista, fue abordando a lo largo de los días distintos aspectos del tema que nos convocaba:
- ¿Qué entendemos por pacificar?; ¿Cómo enfocar el final de la vida?Incertidumbres y miedos posibles; Las creencias y el final de la vida; Algunos verbos a conjugar con frecuencia para pacificar la vida; Herramientas para acompañar la etapa final.
El seminario trató de vínculos y gestión de las emociones. Vínculos, porque es imprescindible trabajar cómo nos relacionamos con la persona que se va y gestión de las emociones porque se tendrán que cerrar heridas del pasado, ofensas, temas pendientes, resentimientos, y entender cómo podemos acercarnos a todo esto. En este aspecto somos huérfanos, inexpertos.
No hay nada más obvio y evidente en esta vida que reconocer que la vida tiene un final. Más tarde, más temprano, todo tiene un fin. También la vida tal y como la conocemos tendrá un fin, nuestro planeta, el sistema solar, etc. Lo que nos propusimos en estos días del seminario, fue tratar de ver cómo podemos lograr que este final se viva en paz.
Pacificar el final de la vida, conlleva en sí misma una obviedad: la mejor manera de morir en paz es vivir en paz toda la vida. Si vivimos pacificados, ahuyentando nuestros miedos, liberados de dependencias, podremos vivir también en “paz las realidades más extremas de la vida”. Si no estamos en paz, antes de morir, tendremos que pacificarnos y después enfocar el tramo final de la vida.