Lo que no cultivamos dentro de nosotros no puede existir en el mundo que nos rodea, porque somos su microcosmos. No podemos “lamentar” la pérdida de calidad en nuestro mundo y no “sembrar” la belleza a nuestro paso. No podemos censurar la pérdida de lo espiritual y seguir actuando únicamente en el plano de lo vulgar. No podemos esperar la plenitud de la vida sin fomentar la plenitud del alma. Debemos buscar la belleza, estudiar la belleza, rodearnos de belleza. Para reavivar el alma del mundo, nosotros mismos debemos convertirnos en belleza. Donde estemos, tiene que haber más belleza que…
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