Hace años tuve ocasión de viajar de Tokio a Kyoto con el tren bala del Japón, que corre a más de 500 kms. por hora. Deseaba contemplar el paisaje. Se acercaba un almendro florido y pensaba: “me deleitaré en él”. Pero ya había pasado. Ahora venía un templo oriental. Quería contemplarlo y ya era un recuerdo. Más allá una vaca: lo mismo. A veces nuestra vida se parece a un tren de alta velocidad en marcha. Desde el tren de los acontecimientos que nos lleva quisiéramos contemplar detenidamente un árbol, una casa una vaca,… Pero rápidamente se convierten en pasado.…
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