
Creo que es absolutamente urgente revisitar con otro aprecio los territorios de nuestros silencios y hacer de ellos lugares de intercambio, de diálogos, de encuentros. El silencio es un instrumento de construcción, una lente, una palanca. Nuestras sociedades invierten tanto en la construcción de habilidades en el campo de la palabra (y pensemos que la escolarización está al servicio de la capacitación de los individuos de cara a un uso eficaz de la palabra) y tan poco en las capacidades...